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LITERATURA 45
el Hombre muerto.
Horacio Quiroga | fragmento
El hombre y su machete acababan de limpiar placenteramente por la imaginación a ese
la quinta calle del bananal. momento, supremo entre todos, en que
Faltábanles aún dos calles; pero como en lanzamos el último suspiro.
éstas abundaban las chircas y malvas
silvestres, la tarea que tenían por delante era Pero entre el instante actual y esa postrera
muy poca cosa. El hombre echó, en expiración, ¡qué de sueños, trastornos,
consecuencia, una mirada satisfecha a los esperanzas y dramas presumimos en nuestra
arbustos rozados y cruzó el alambrado vida! ¡Qué nos reserva aún esta
para tenderse un rato en la gramilla. existencia llena de vigor, antes de su
eliminación del escenario humano!
Mas al bajar el alambre de púa y pasar el
cuerpo, su pie izquierdo resbaló sobre un Es éste el consuelo, el placer y la razón de
trozo de corteza desprendida del poste, a nuestras divagaciones mortuorias: ¡Tan
tiempo que el machete se le escapaba de lejos está la muerte, y tan imprevisto lo que
la mano. Mientras caía, el hombre tuvo la debemos vivir aún!
impresión sumamente lejana de no ver el
machete de plano en el suelo. ¿Aún...? No han pasado dos segundos: el sol
está exactamente a la misma altura;
Ya estaba tendido en la gramilla, acostado las sombras no han avanzado un milímetro.
sobre el lado derecho, tal como él Bruscamente, acaban de resolverse para
quería. La boca, que acababa de abrírsele en el hombre tendido las divagaciones a largo
toda su extensión, acababa también de plazo: Se está muriendo.
cerrarse. Estaba como hubiera deseado estar,
las rodillas dobladas y la mano Muerto. Puede considerarse muerto en su
izquierda sobre el pecho. Solo que tras el cómoda postura.
antebrazo, e inmediatamente por debajo
del cinto, surgían de su camisa el puño y la Pero el hombre abre los ojos y mira. ¿Qué
mitad de la hoja del machete, pero el tiempo ha pasado? ¿Qué cataclismo ha
resto no se veía. sobrevivido en el mundo? ¿Qué trastorno de
la naturaleza trasuda el horrible
El hombre intentó mover la cabeza en vano. acontecimiento?
Echó una mirada de reojo a la
empuñadura del machete, húmeda aún del Va a morir. Fría, fatal e ineludiblemente, va
sudor de su mano. Apreció mentalmente a morir.
la extensión y la trayectoria del machete El hambre resiste —¡es tan imprevisto ese
dentro de su vientre, y adquirió fría, horror! y piensa: Es una pesadilla; ¡esto
matemática e inexorable, la seguridad de que es! ¿Qué ha cambiado? Nada. Y mira: ¿No es
acababa de llegar al término de su acaso ese bananal? ¿No viene todas
existencia. las mañanas a limpiarlo? ¿Quién lo conoce
como él? Ve perfectamente el bananal,
La muerte. En el transcurso de la vida se muy raleado, y las anchas hojas desnudas al
piensa muchas veces en que un día, tras sol. Allí están, muy cerca,
años, meses, semanas y días preparatorios, deshilachadas por el viento. Pero ahora no se
llegaremos a nuestro turno al umbral de mueven... Es la calma del mediodía;
la muerte. Es la ley fatal, aceptada y prevista; pero deben ser las doce.
tanto, que solemos dejarnos llevar