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40 LITERATURA
la OdIsea, caNto i - reuNióN de los dioses.
coNsejo de miNerVa a telémaco | fragmeNto
áblame, Musa, de aquel varón dirigió este discurso a los inmortales:
ingenioso que anduvo errante
largo tiempo, después de haber «¡Grandes dioses! ¡Cómo acusan los
Hdestruido la sagrada ciudad de hombres a los dioses! Dicen que sus
Troya; que vio los pueblos y conoció las males les vienen de nosotros, cuando
costumbres de muchos hombres, y sufrió ellos mismos por su demencia se buscan
en su corazón muchas penas, sobre el mar, dolores, contra el destino. Así ahora
luchando por su vida y la vuelta de sus Egisto, contra el destino, se casó con la
compañeros. Y no pudo salvarlos a pesar esposa del hijo de Atreo, y mató a este a su
de su deseo: perecieron por su misma vuelta, aunque sabía el terrible fin que le
demencia ¡insensatos! pues se comieron aguardaba, pues se lo habíamos anunciado
los bueyes del Sol, hijo de Hiperión, y este enviando a Mercurio, el vigilante matador
les quitó el día de su regreso. Musa, hija de de Argos, para decirle que no diese muerte
Júpiter, cuéntanos algo de estas aventuras. a Agamenón, ni solicitase a su esposa,
pues le vendría la venganza de Orestes,
Ya todos los demás griegos que hijo del Atrida, cuando llegase a
habían escapado del terrible «Mi corazón la juventud y deseara volver a su
desastre, estaban en sus se destroza patria. Así habló Mercurio, pero
casas, libres de la guerra y del no persuadió el ánimo de Egisto,
mar, pero él solo —queriendo por el prudente a pesar de su buena intención, y
volver a su casa y reunirse de Ulises» ahora ha pagado juntas todas sus
a su esposa— era retenido faltas».
en sus vastas grutas por la
augusta ninfa Calipso, la más bella de las En seguida Minerva, la diosa de ojos
diosas, que lo deseaba por esposo. Cuando, brillantes, le contestó:
corriendo los años, llegó el tiempo señalado
por los dioses para volver a su casa en «¡Oh padre, hijo de Saturno, el más
Ítaca, ni entonces se libró de luchar, aún poderoso de los soberanos! Egisto ha
entre sus amigos. Todos los dioses le tenían caído por una desgracia bien justa: ¡qué
compasión, menos Neptuno, que siempre así muera también todo el que cometa
estaba irritado contra Ulises, igual a un tales faltas! Pero mi corazón se destroza
dios, antes de arribar a su patria. por el prudente y desgraciado Ulises, que
desde hace largo tiempo padece lejos de
Pero Neptuno había ido a ver a los lejanos sus amigos, en una tierra rodeada de agua,
etíopes, los más distantes entre los hombres, donde está el centro del océano: la isla tiene
que están divididos en dos regiones, unos árboles y en ella tiene su casa una diosa,
hacia la puesta del sol y otros hacia el levante hija del malvado Atlas, que conoce todos
para presenciar una hecatombe de toros los abismos del mar, y sostiene las altas
y de corderos. Allí al menos se regocijaba columnas que separan la tierra del cielo. La
sentado en un banquete; pero los otros hija de este retiene al desventurado Ulises,
dioses estaban reunidos en el palacio de a pesar de sus lamentos, y lo adula siempre
Júpiter Olímpico. El padre de los dioses y de con palabras tiernas y melosas, para que
los hombres les dirigió primero la palabra, olvide a Ítaca; pero Ulises, deseoso de ver
recordando en su corazón al noble Egisto a siquiera el humo de su tierra natal, anhela
quien había dado muerte Orestes, hijo del morir. Júpiter Olímpico, ¿no se conmueve
ilustre Agamenón. Recordando a Egisto, tu corazón, teniendo en cuenta que Ulises